Mirando al norte, en lo alto del hastial de una antigua casa montañesa situada en las proximidades de la Ermita de Santiago; encontramos, esculpido en la piedra, este curioso escudo con las armas de la casa de Bustamante.
Se trata de un escudo sin timbre; en heráldica, se denomina timbre a la insignia que se coloca en la parte superior de un escudo de armas para indicar el grado nobiliario de quien lo posee. Este escudo está sin timbrar, es decir, sin ornamentos exteriores que, como celadas o coronas, indiquen la nobleza o calidad del poseedor.
El campo del escudo, es decir el fondo del escudo es partido y medio cortado. Y en el aparecen representados trece roeles, tres flores de lis y una banda de dragantes.
Los TRECE ROELES aparecen en la mitad izquierda del campo. Son las piezas circulares que aparecen en el escudo, que simbolizan la memoria eterna que la posteridad ha de conservar de los hechos de armas de sus antepasados, pues estas figuras redondas son símbolo de eternidad por no encontrárseles ni principio ni fin.
Las TRES FLORES DE LIS se encuentran en la parte superior de la mitad derecha. La flor de lis está asociada a dos cualidades, el poder y el ocultismo. La flor de lis es la flor del lirio, cuya representación se asemeja a los genitales masculinos, de ahí su vinculación con el poder y también con la espada, por eso la importancia en la heráldica de la flor. El empleo de la flor de Lis en los escudos de armas se remonta al siglo XII, siendo desde entonces uno de los emblemas más usados en heráldica, junto con la cruz, el águila y la espada. Lo será en Francia y también por caballeros de algunas zonas del norte de España.
Por último, encontramos la BANDA DE DRAGANTES, situada en la parte inferior de la mitad derecha del campo. Representa La Banda Real de Castilla, más conocida por «los dragantes de Castilla», se trata de una enseña de uso castrense empleada como distintivo personal, desde el siglo IX, por los antiguos Condes de Castilla. Las cabezas zoomorfas o dragantes que sostienen la banda representan mitológicos dragones o sierpes que los castellanos del primitivo condado creían escondidos en las agrestes montañas cántabras.