Recursos para cocinar en tiempos de coronavirus.

Nos han recomendado ir al supermercado lo menos posible con el fin de reducir la exposición y evitar el contagio. En estas circunstancias, uno de los problemas que nos encontramos es que, al comprar una mayor cantidad de alimentos, resulta más fácil que se nos estropeen y haya que tirarlos”.

Latas y tarros de conserva, nos servirán como fondo de despensa y pueden sacarnos de algún apuro en estos días en los que es más difícil disponer de productos frescos. 

 

No nos referimos a cualquier tipo de conservas, si no a esas conservas que podemos incorporar al carrito de la compra sin temor a su fecha de caducidad, pero confiados de que no van a dañar nuestra dieta porque se trata de alimentos saludables.

 

“De eso se trata, de saber elegir bien, porque comer ‘de lata’ puede ser una opción estupenda… o un desastre total”, expone Arturo López, dietista-nutricionista. No es lo mismo un bote de fabada que uno de alubias cocidas, ni una lata de callos que una de jamón cocido en su jugo, ni un bote de piña en almíbar que uno de piña al natural. También, recuerda López, hay que tener en cuenta “el contenido de sal, que en algunas latas se dispara. La Organización Mundial de la Salud fija el máximo saludable en cinco gramos al día; el problema es que la mayoría de la que tomamos está oculta en los alimentos procesados. «Debemos tener en cuenta que la mayoría de los alimentos envasados usan como conservante el sodio, por eso nos interesa leer bien las etiquetas y elegir aquellas que tengan un contenido menor”. En las conservas y en los tarros, hay que buscar productos cuyo límite en la etiqueta nutricional por 100 g no supere los 1,25 g de sal.

 

La idea es no sólo aprovechar ese fondo de despensa, sino también intentar que contribuya a una dieta saludable. “Si estás comprando verduras y legumbres en conserva, los únicos ingredientes extra deberán ser agua y sal”, explica Mireia Elías. “Si compras pescados en lata, procura optar siempre por los que están ‘al natural’, sin que lleven aceite: aunque ponga ‘de oliva’, nunca será virgen extra”, concluye esta dietista- nutricionista.

 

Otro objetivo es tratar de hacer menús equilibrados y, dado que no tenemos mucha capacidad para hacer deporte en estos días, intentar reducir las calorías. Una vez más, el sentido común manda. Como señala Arturo López, un bote de garbanzos nos puede servir para hacer un cocido… pero también para hacer hummus; unos pimientos del piquillo los podemos hacer salteados con ajo, pero también rellenos de besamel y rebozados. “En nuestra mano está hacer un buen uso de latas y conservas en un momento tan especial como éste”, asegura.

 

También Mireia Elías es rotunda al afirmar que debemos leer el etiquetado. Ya no solo por la sal, sino para evitar alguna que otra sorpresa que pueda estar presente en determinadas conservas. “La etiqueta nos va a indicar, de mayor a menor cantidad, los ingredientes que contiene el producto; a partir de ahí, lo mejor será hacer uso del sentido común. Si veo que en un blíster de jamón o en un bote de verduras aparece azúcar (algo que no tiene mucho sentido, pero puede pasar), deberé descartar el producto por completo”.

 

 

Fuente: Magazine Caser